Page 134 - Estrategias y Responsabilidad en un Mundo Interconectado
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de alimentos”. Esta iniciativa buscaba implementar este ingreso mediante cuatro subetapas,

              cada una en un espacio de cinco años. Esta iniciativa no prosperó, al igual que su antecesora.

                    En todo este amplio espectro, el IBU cuenta con dos características que las separa de

              cualquier otro programa de asistencia o seguridad social, acorde a Francese y Prady (2018):

              Cobertura universal (o muy amplia, de los integrantes de una sociedad) e incondicionalidad

              (condiciones definidas con criterio muy amplio). Debido a estas características, distintas voces

              en el mundo académico y político han discutido y expuesto numerosos argumentos a favor y

              en contra del IBU. Uno de los principales razonamientos positivos del IBU es presentado por

              Philippe Van Parijs (filósofo y economista belga), que menciona que “entre algunos beneficios

              del ingreso básico universal destaca que elevaría el acceso a los beneficios sociales, ya que

              es el bien para todos sin restricción alguna. Además, elimina el componente estigmático de

              recibir beneficios del gobierno debido a que se convierte en materia de ciudadanía”, como lo

              cita Marín (2018).

                    De acuerdo con Francese y Prady (2018), “algunos defensores señalan que logra (el IBU)

              llegar mejor a los pobres que los programas condicionados a la verificación de recursos”,

              debido a que “muchos factores pueden impedir que tales programas lleguen a los destinatarios

              deseados, como por ejemplo la capacidad administrativa, los altos costos de información y

              administración, la deficiencia de los mecanismos de focalización y el estigma social”.

                    Cantú (2016) considera una ventaja su principio universal, debido a que puede reducir

              los costos asociados con la identificación de grupos objetivo, así como los costos asociados

              con prácticas corruptas, restricciones políticas y errores de exclusión que ocurren en algunos

              programas sociales.

                    Alonso (2017), doctor en Teología en la Universidad Católica de Lovaina y docente en la

              Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas en España, resalta que el IBU podría

              traer como consecuencia la disminución del trabajo de baja calidad (el trabajo basura).

                    La ONU (2020), menciona que los detractores del IBU niegan sus efectos, al argumentar

              que ningún país puede darse el lujo de distribuir dinero de manera regular a toda su gente y,

              por lo tanto, se puede crear déficits insostenibles que no se pueden pagar. La ONU señala

              que esto es ciertamente cierto, pero la lógica es que la alternativa aumentaría la desigualdad,

              que conduciría a un mayor malestar social, con un mayor costo para los gobiernos y pondría



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