Page 136 - Estrategias y Responsabilidad en un Mundo Interconectado
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específica para los perdedores de la automatización. Incluso si muchos tipos de ocupación se
automatizan en las próximas décadas, mencionan, no todos los trabajos lo serán y el empleo
como institución persistirá. Mientras el trabajo remunerado mantenga su valor e importancia
social, quienes no lo tengan probablemente experimentarán la falta de trabajo de la misma
manera que los desempleados de hoy: aislamiento social, mala salud y bajo bienestar.
Por su parte, el IBU, al ser un programa de política pública relacionada a la asistencia
social, puede tender a ser manipulado por distintas fuerzas políticas. Battistoni (2019) lo recalca
certeramente, desde el punto de vista de la izquierda política: Debido a su incertidumbre
política, es probable que se convierta en el caballo de Troya para la izquierda o la derecha.
Sectores clave de la izquierda temen que sea fundamental para derribar los restos del Estado
de bienestar, mientras que sus partidarios afirman y divulgan que es el camino para transitar del
capitalismo al comunismo. La misma autora recalca que la izquierda y la derecha deben dejar
sus posiciones políticas para buscar una solución pragmática, sí es que se quiere implementar
un IBU de manera exitosa.
En los últimos años, la discusión de implementar un IBU ha llegado al punto de que diversas
organizaciones y administraciones públicas, a lo largo del planeta, han implementado (o están
por implementar) programas piloto y experimentos de programas de este tipo. Entre estos,
los experimentos y programas piloto más famosos son el Basic Income Experiment, realizado
en Finlandia con una duración de dos años (entre el 1 de enero de 2017 al 31 de diciembre
de 2018). Implementado por Kela, la institución de seguridad social del gobierno de Finlandia
(Marín, 2018), el experimento consistió en la selección aleatoria (es decir, no voluntaria) de
dos mil desempleados de entre 25 y 58 años para beneficiarse de esta renta básica universal
con 560 euros libres de impuestos, independientemente de que estuvieran buscando trabajo
o no (Marín y Tefel, 2020). Este programa fue cien por ciento financiado por el gobierno de
Finlandia, y su alcance fue de dos mil personas seleccionadas de manera aleatoria para recibir
el ingreso (grupo de tratamiento), mientras que se constituyó un grupo de control de ciento
setenta y tres personas (Marín, 2018). Los encuestados que recibieron un ingreso básico
describieron su vida de manera “más positiva que los encuestados en el grupo de control.
Estaban más satisfechos con sus vidas y experimentaron menos tensión mental, depresión,
tristeza y soledad. También tenían una percepción más positiva de sus habilidades cognitivas,
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