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Vida Saludable y Promoción del Bienestar
El marketing social en nutrición se conoce como marketing social al uso de herramientas y técnicas de
mercadotecnia con el fin de incidir favorablemente en el comportamiento de la población objetivo; aplicado
a la nutrición conlleva el empleo de estrategias de comunicación que promuevan el mejoramiento de hábitos
alimentarios, proporcionando información al consumidor sobre la composición, características, ventajas y
formas de uso de alimentos saludables (Fernández et al., 2017). La mercadotecnia en el área alimentaria ha
evolucionado, pues en un inicio se basaba en la trasmisión de información de uno a uno de manera verbal,
en el traspaso de ciertas prácticas de generación en generación o la influencia de un líder para motivar un
cambio en la conducta alimentaria de la comunidad (Olivera & Pulido, 2018).
Las características del consumidor en la actualidad caracterizar el consumidor contemporáneo del
marketing social, es preciso contemplar las afinidades, comportamientos, tendencia de consumo y valores
en la toma de decisiones, éstos últimos, según Ortega y Gasset son «cualidades ideales, independientes
del sujeto, captadas a través del acto preferencial». Los valores humanos se gestan en la personalidad del
individuo y en la propia cultura, por tanto, las sociedades los reflejan y cada individuo los aplica mediante
las actitudes y conductas que orientan sus elecciones, es así que cuando se considera el valor salud como
importante, se desatan comportamientos orientados a la prevención y al favorecimiento de la salud; los 31
valores destacan entre sus funciones el servir de guía ante ciertas conductas, racionalizar preceptos, orientarse
hacia la utilidad, entre otras. (Álvarez, 2015). El empoderamiento del consumidor en materia de salud
subyace en el principio de la interiorización de los valores esenciales para generar los cambios de conducta.
Enfatizando que la mercadotecnia social en salud influye en el consumidor a partir de mostrarles los
atributos del producto deseado el cual es considerado como el comportamiento específico promovido y el
producto aumentado el cual se refiere a todos objetos tangibles y servicios asociados que agregan valor al
nuevo hábito o comportamiento orientado hacia el cuidado de la ingesta de alimentos.
La actitud hacia la ingesta de alimentos y el peso del individuo es más que la “ausencia de enfermedad”
(Herrero, 2016), hace referencia al funcionamiento adecuado, correcto y eficiente del organismo, que
también implica el bienestar mental o conciencia del individuo de sus capacidades y la capacidad de tributar
a la sociedad, respecto a la actitud hacia la ingesta, lo ideal es hacer las mejores elecciones en cuanto a la
cantidad y calidad de alimentos, sin embargo, esta premisa no siempre se cumple, provocando que se rompa
el deseado equilibrio en el organismo y esto, generalmente, se ve reflejado en elevaciones ponderales que