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Vida Saludable y Promoción del Bienestar





                  El resultado de la mercadotecnia social y de acuerdo con la afirmación de la Secretaría contrastó con


            los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) de 2016. Se encontró que sólo 11%
            de las personas respondieron conocer la campaña, sobre todo derechohabientes del Instituto y personas


            con  sobrepeso.  De  este  grupo,  31%  tuvo  buena  comprensión,  57%  comprensión  regular  y  1%  dijo  no
            haberla entendido (Salazar et al, 2018).  Otros logros fueron la Semana Nacional de Vacunación, que ha


            funcionado durante muchos años con anterioridad al Plan 2013-2018, y las acciones de la Comisión Federal
            para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) en referencia al objetivo 3, Reducir los riesgos


            que afectan la salud de la población en cualquier actividad de su vida (Salud, s.f.). Sin embargo, al revisar
            la estrategia 3.4, Fortalecer el control, vigilancia y fomento sanitarios de productos y servicios de uso y


            consumo humano, los productos de consumo humano también son bebidas y alimentos de la industria, y
            estos no se tocaron en ese sexenio, más, el presidente hizo pública su afición por la Coca Cola (Rodríguez,


            2016).


                  Estas  acciones  se  llevarían  a  efecto  de  manera  limitada,  toda  vez  que  los  intereses  económicos

            mantuvieron en hibernación el desarrollo de campañas masivas de información y de comunicación educativa,   179

            entre ellas la difusión del modelo de la “Jarra del buen beber” que hizo un comité de expertos (Rivera et

            al, 2008). Las acciones de mitigación se habían puesto ya en práctica durante el gobierno federal de 2005

            a 2011 en forma de autorregulación de la industria mediante el Acuerdo Nacional de Salud Alimentaria

            (ANSA). Esto tendría que fortalecer las tímidas propuestas de evitar la venta en los planteles de educación

            preescolar y básica de bebidas y alimentos procesados y adicionados con azúcar, sin que realmente fueran

            efectivas, lo que fue manifiesto en las cifras de sobrepeso y obesidad en la población infantil presentes en

            la ENSANUT 2018. Respecto al OMENT, sólo analizó DM2, hipertensión y obesidad. A pesar de ser

            un ofrecimiento, tal como se revisó en el ENSANUT 2018, no se realizaron las pruebas de hemoglobina

            glicosilada ni las evaluaciones de la microalbuminuria necesarias probablemente por carecer de los reactivos

            de laboratorio necesarios para llevarlas a efecto.



                  En 2014, con base en evidencia presentada por el INSP, se estableció el impuesto de un peso por litro
            a las bebidas azucaradas, recursos destinados para la instalación de bebederos de agua simple potable en


            las escuelas, sobre todo en zonas marginadas, lo cual no sucedió. Aunque el impuesto fue casi simbólico,
            la industria alegó que era una manera cómoda de recaudar y haría daño a la economía familiar, sobre todo


            de los más pobres (Miranda, s.f.). El impuesto impactó la venta de estas bebidas ya que al final de ese año
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