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consumida, provoca cambios metabólicos, fisiológicos y de comportamiento debido a que el

              etanol, principal componente psicoactivo de las bebidas alcohólicas actúa como un sedante/

              hipnótico (Mayor et al., 2019).

                   De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), se estima que cada año

              ocurren 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo excesivo de alcohol. Además,

              las tendencias actuales indican que el consumo de alcohol ocurre a edades más tempranas, y

              los adolescentes son uno de los grupos más afectados por el abuso de esta sustancia (Vargas,

              2022; Tapia, 2001). Por ello, el consumo nocivo y excesivo de alcohol se reconoce como un

              comportamiento de alto riesgo que está asociado con consecuencias graves (Nguyen et al.,

              2018; Míguez y Permuy, 2017; Sánchez-Autet et al., 2018).

                   Asimismo, se ha observado que aparte de la influencia de los compañeros, la relación

              entre los adolescentes y sus padres juega un papel importante, especialmente cuando hay

              conflictos en esa relación y cuando los comportamientos están relacionados con el consumo

              de sustancias (Donovan, 2004). No obstante, la influencia de los pares suele ser más relevante

              que la influencia de los padres, ya que los adolescentes buscan identificarse con sus amigos.

              En este sentido, los sentimientos y las emociones de los adolescentes adquieren una gran

              importancia en estas interacciones, ya que pueden considerarse como factores adicionales

              asociados al consumo de alcohol (Erol y Karpyak, 2015).

                   Por otro lado, el  consumo de  alcohol  está  estrechamente  relacionado  a diversos

              problemas, como la violencia, los accidentes, los homicidios y las lesiones autoinfligidas. En

              muchos casos, los ataques de violencia y agresividad pueden ser atribuidos a un mecanismo

              de liberación desencadenado por una embriaguez crónica, según esta hipótesis, el alcohol

              facilita las conductas impulsivas, incluyendo el maltrato hacia otras personas (Vargas, 2022).

                   Esto se debe a la amplia aceptación social ya que el alcohol se considera una droga de

              consumo común, a pesar de ser conducta de riesgo que puede desencadenar otras conductas

              de riesgo, por ejemplo, la asociación del consumo de alcohol y la conducta sexual de riesgo,

              se ha documentado que los adolescentes y jóvenes que consumen alcohol tienen una mayor

              probabilidad de informar sobre un inicio temprano de actividad sexual, tener múltiples parejas

              sexuales, utilizar de forma inconsistente el condón, contraer enfermedades de transmisión







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